Durante
Hace años que la mujer participa activamente en el desarrollo profesional, la vemos desempeñarse con naturalidad, eficiencia y especialidades, el aporte temprano y entusiasta de la mujer a la obra común de la actividad profesional, culminaron el camino iniciado con algunas pioneras de antaño. Lentamente la mujer porteña va saliendo de las costumbres tradicionales, y se anima a ingresar a la Universidad y ejercer las profesiones liberales como ya lo hacía en el Magisterio.
Después de la instalación de la Escuela de Odontología en marzo de 1892, corresponde el mérito de ser la primera mujer habilitada por la Escuela de Odontología a Cidanelia R. González, inscripta en 1892, aprobó con buena nota el examen general de 1896.
Fanny Blitz, la segunda egresada, aprueba su examen general 21 días más tarde que Cidanelia. Comienza odontología en febrero de 1894. El padre, médico en ese entonces en el Dto. Unión de la Prov. de Córdoba, autoriza la solicitud de Fanny, quien en la etapa final el 24/11/1896, fue otro de los acreditados profesionales de principios de ese siglo en Capital Federal.
Al nacer el siglo XX, fue conformada la magnitud de la odontología nacional de hoy, con las primeras promociones se perfila un calificado grupo de mujeres integrantes de una sorpresiva y progresista coparticipación que rememoramos como un reconocimiento.
Pocos años más tarde de la creación de la Escuela se nota un aumento constante del alumnado femenino. Lentamente la odontología va siendo profesión femenina, hasta 1970 el número de mujeres se mantenía en un constante 1%, poco a poco se fue incrementando hasta el presente.
Las colegas de las primeras décadas del siglo fueron compartiendo la jerarquización social del dentista. Varias solemnidades de la vida universitaria eran omitidas, pero la comprensión de algunos Decanos, la influencia del Dr. Etchepareborda y el batallar del Círculo Odontológico Argentino, ayudaron al reconocimiento de la odontología universitaria. La condición de ser médico para acceder a la Cátedra fue rota con el primer Profesor dentista, Antonio J. Guardo, en 1913, el Círculo interviene para que los diplomas fueran firmados por el Rector de la Universidad y no por otros funcionarios.
No les había sido fácil conquistar la confianza pública en el ambiente del 1900. Mucho de lo que debió superar la primera médica recibida en nuestro país fue parte también de su lucha. Muchas de aquellas colegas van buscando las posibilidades de los servicios asistenciales; concurriendo tímidamente a Congresos, Asambleas Científicas y Reuniones Societarias.
No fue fácil la aceptación del dentista en los servicios médicos sociales que se iban creando y ampliando en el Departamento Nacional de Higiene y el Consejo Nacional de Educación.
Sara Justo, hermana del líder socialista, consigue en 1906 un nombramiento honorario de "ayudante de la médica y odontologista" en la Sección Escolar del D.N. de Higiene. Con ese argumento venció la oposición médica, y durante 6 años hizo lo que pudo. Organizó el trabajo, confeccionó una buena planilla individual y realizó estadísticas demostrativas de la importancia y necesidad del dentista en la inspección escolar. Josefina Mendoza fundadora en 1915 del Consultorio Escolar de la escuela normal de Sarmiento, con el objetivo de las funciones como dentista escolar consistía en la divulgación de la higiene dental del niño a los maestros, a los padres y niños.
La presencia femenina en la docencia universitaria, en la investigación, llegó lógicamente más tarde que su aportación societaria y asistencial. Otras mujeres actuaron de forma directa o indirecta o vecinas a la odontología estudiantil o profesional, en los servicios asistenciales, en la rutina del consultorio, en labores administrativas, técnicas, intelectuales o comerciales, en asociaciones, centros o en el depósito dental. Muchas poseyeron a través de los años una mezcla de simpatía y tolerancia, un ángel especial y más de una vez tuvimos la impresión de ser partes de sus vidas.