Desde la antigüedad se creía que el dolor de muelas era causado por un gusano de cabeza negra que se alojaba entro los recovecos de los dientes y los carcomía hasta destruirlos. 
En España se lo llamaba ¨neguijón¨ y fue perseguido durante años por curanderos y sacamuelas que creían que encontrándolo acabarían con los problemas de las muelas. Para hallarlo había que realizar una incisión en la encía y extraer la muela hasta la raíz así llegar a la guarida del mismo. Para ello destrozaban los dientes usando todos los métodos posibles: atacadores, lancetas, botadores, perforantes y tenazas. 
 
También se lo combatía con oraciones a Santa Apolonia patrona de las enfermedades a la que se le rogaba que destruyera al gusano.
Se decía que en Londres se llegaba a desinfectar las calles para que el gusano no prolifere.
 
Los chinos, los egipcios y los griegos creían en la existencia de estos gusanos o parásitos pero que vivían en todo el cuerpo y que entre otras afecciones causaban las caries.
Para los chinos este gusano de cabeza negra era el que causaba la caída de los dientes y los combatían con lavados y píldoras. Las píldoras se hacían de ajo, sal y pimienta y se insertaban en el oído contrario al dolor de la boca.

En la antigua mesopotamia, se hallaron tablillas de arcilla que hablan sobre el dolor de muelas, (en la biblioteca de Nínive del rey asirio Asurbanipal, 668-627 a.C.), y dicen que la principal causa de estas molestias es debida al "gusano de las muelas", este texto contiene conjuros y prescripciones para curaciones mágicas; como por ej.:

"Si una muela está picada por el gusano, pulveriza armuelle en aceite… Si la muela está picada por el lado derecho, riega el lado izquierdo y sanará…" 

En Roma, Escribonio Largo, médico de cabecera del emperador Claudio recomendó el uso del Beleño, un narcótico para matarlo, y en Egipto, la antigua India, América precolombina y Europa, se intentaba acabar con él con remedios a base de hierbas, quemándolo a base de sondas y fumigaciones.

También se lo menciona en el Quijote en la tercera parte del capítulo XVIII en la aventura con los pastores. Cuando Don Quijote le pregunta a Sancho: 

-Dame acá la mano y atiéntame con el dedo, y mira bien cuántos dientes y muelas me faltan deste lado derecho, de la quijada alta, que allí siento el dolor.
 
Metió Sancho los dedos en la boca y le tentó, al tiempo que decía:
-¿Cuántas muelas solía vuestra merced tener en esta parte?
-Cuatro, fuera de la cordal, todas enteras y muy sanas.
-Mire bien lo que dice Señor...
-Digo cuatro, si no eran cinco, respondió Don Quijote, porque en toda mi vida me han sacado diente ni muela de la boca, ni se me ha caído, ni comido de neguijón ni de reuma alguna.
 
Durante siglos se siguió con la creencia del ¨gusano¨, se cree que hasta bien entrado el renacimiento.