Desde la antigüedad las distintas culturas estuvieron preocupadas por encontrar la forma de mantener su boca sana y combatir la halitosis, para lo cual apelaron a variadas técnicas y formulaciones que llevaron a la creación de la pasta dental. Los orígenes de la pasta dental se remontan a unos 4000 años atrás en el antiguo Egipto. En donde se utilizaba una pasta conocida como clister, fabricada con piedra pómez pulverizada, sal, pimienta, agua, uñas de buey, cáscara de huevo y mirra.

Pero el primero en documentar la formulación de una pasta dental fue el médico romano del siglo I Escribonius Largus, por lo que muchos lo reconocen como creador de la pasta dental. La misma era una fórmula magistral compuesta por: mezcla de vinagre, miel, sal y cristal muy machacado. 

Recordemos que hasta ese momento era muy común la utilización de orina humana para la limpieza dental; costumbre que se remontaba desde la antigua Grecia.

La orina fue utilizada como activo de pastas dentífricas y enjuagues bucales hasta que se determinó que el amoníaco que contenía era lo que ayudaba a la limpieza y el blanqueamiento.

Escribonius fue médico del emperador romano Claudio, a quién acompaño durante su campaña en la conquista de Britania. Es interesante destacar que fue médico personal de la tercera esposa del emperador, la famosa Mesalina. Mesalina es recordada por su libertad sexual escandalosa. Era una mujer de extraordinaria belleza, ambición y crueldad, nunca dudó en utilizar sus encantos para seducir a cualquier hombre que pudiera servir a sus intereses para deshacerse luego de ellos sin importarle el medio utilizado. Entre las anécdotas de Mesalina se cuenta el triunfo que obtuvo al competir contra la más famosa prostituta de Roma, la ganadora sería aquella que pudiera atender más hombres durante un día. 
Escribonius pudo mantenerse al margen de las apetencias de Mesalina ya que el comportamiento de la emperatriz con sus médicos era bastante escandaloso. Ejemplo de ello fue la relación que mantuvo con su médico Vecio Valente, el cual terminó acusado de adulterio. 

Entre las obras de Escribonius Largus podemos citar el libro "De Compositione Medicamentorum " que fue una de las primeras farmacopeas. Contenía una compilación de 271 fórmulas, de las cuales muchas de ellas fueron creadas por él y otras recopiladas de distintos médicos de la época.

Otra de sus obras fue "De remediis", en la que la medicina se presenta no sólo como una profesión sino como una vocación en el sentido moral y virtuoso para su desempeño. Escribonius sostenía que el médico en primer lugar debería ser un varón, buena persona y un experto en el arte de curar, misericordioso y humano (vir bonus, medendi peritus, plenus misericordia et humanitas...). Su obra hace que se lo recuerde como uno de los precursores de la ética y el humanismo médico.